Hoy me siento con raza suficiente, para meterme en la cabeza de un loco, de un artista.
¿ Como se sentirá, que pensará un pintor, cuando lentamente, y en su soledad, esté destapando subitamente, y de golpe, el maletín de los oleos?. Me lo pienso irritado, ansioso, solo, mirando y auscultando con su mirada, cada poro del blanco y virgen lienzo que se presenta ante él.
En su cabeza está la obra, en el lienzo, la posibilidad, en su estudio, la inmensidad del silencio, rota si atendemos, por el suave segundero de un inmenso y viejo reloj de epoca, que se encuentra abandonado a su suerte, dejado caer entre el marco de la puerta y la fria cal de las paredes, desacicaladas de orden.
Aturrullado entre cuadros, el suelo del estudio, salpicado de gotas inertes y secas de liquidez, sostiene la luz que entra por un ventanal de cristales casi opacos por la dejadez del paso del tiempo y por supuesto, de la falta de mantenimiento.
Y allí, en aquel manicomio sin movimiento, con la nitidez del silencio, y la armonia de la quietud.
El artista, su obra por concebir, atisbada apenas por ideas con algo de consistencia.
Un paseo por dar, un ronroneo de ideas más, que vienen con el olor a alcoholes que impregna el aroma......................extiende su brazo, empuña y aprieta fuerte y firmemente su furia y...
Y la furia le arrolla, y puede con él,lo embarga. Y le abre en canal las venas de la personalidad, y fluye, y ruje y vuela y musita, y calla pero no otorga, y grita con el silencio del pincel, y se deja a si mismo allí, en ese lugar, donde esperaba dejarse, donde ansiaba quedarse, donde le gusta estarse callado pero gritando.
Y planea abriendo las alas del sueño, las alas del anhelo, y los aires del pensar que levanta el estruendo silente de los pinceles del duende que lo llevan con su olvido, a alejarse de su cuerpo y hacerse furia plena.
Y el lienzo como enemigo que le responde rebelde, se torna acido, dificil, complicado, amargo, con una fuerza exsacerbada..., que ni el mismo creia que pudiera presentarle tal dimension de rasgos, diferentes, pero convergentes en solidez e intensidad. Se aparta.
Lo observa de nuevo silente, la calma viene a si mismo de nuevo, respira, flaquea en pensamientos, observa desde la distancia que le dan los dos pasos que le hacen alejarse de la perturbadora realidad, le estan pudiendo...
Se mira los pies; sobre el suelo de goterones plenos e inertes de liquidez, observa con el atenuante de un leve sonido de caricias constantes e iguales el reloj, ese que le marca los tiempos de la verdad. Se mira luego la sombra que proyecta sobre la cal fresca, la luz que entre el cristal casi opaco del ventanal se cuela. Y se solidifica por dentro, se mira sus manos, ahora enchidas de los oleos que sangraron en la batalla, respira, esgrime desde la mirada y balbucea entre dientes para si mismo, un alarido indescifrable, pero los ecos de la sala, plasman el sonido, es, el grito del orgullo!, del yo puedo!, del me lo debo!, es el grito del guerrero.
Desabrocha un boton de la camisa, se acomoda, estira su ego, y se lo ofrece al enemigo...
-Ven, ven si puedes a por mí.
Y el desafio suena tan fuerte e indestructible, que los duendes, las musas, y hasta los pegasos del olimpo, se asoman a tal batalla.
Se extiende ahora otra dimensión diferente, -Ahora vamos a mi terreno!!, cual gladiador en silente circo, le grita la eternidad.
y el son del silencio vá, apretando de compás el movimiento,
y ya se pararón los vientos, y se queda en soledad,
viene el bamboleo y vá, desfraguandose de alientos.
como el que quiere volar.
Y no vuela.
Y su pensamiento vá, más veloz que la mirada, por donde quiere mirar.
Y no puede ni pasar, sin pedir permiso al tiento, con el que la muleta vá.
Javier Conde torea así, como el que quiere pintar.
peleando con el lienzo, para así poder plasmar, lo que lleva en pensamiento.
Siguiendo su estrella vá, y es su sino el de crear, y pueden pasar los tiempos, y hasta una eternidad.
Que cada uno es como es, y es libre de crear, lo que dicten sus cimientos.
José Catalán Reyes, A la furia del arte
Cada compás es un pase, y cada pase un compás. A veces la música hace resucitar a las imágenes y las transforma en reales. Hoy he visto torear en la música...
ResponderEliminary eso que no habias visto aún......
ResponderEliminarPues sin ver el texto ya aprecié el movimiento. El de un pincel deslizándose en un lienzo, o el del borde de un capote dibujando compases en el albero....
ResponderEliminarosea, que el texto no vale pa ná no?
ResponderEliminaren absoluto, el texto es fundamental, como la fotografía y la música...
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