Hoy, he tenido el
sueño más bello que puede tenerse.
Sentí el amor ajeno, no el de uno mismo, si
no ese, que siente alguien por ti.
Siempre dude de si era verdad, o no. Ha sido
sólo un sueño.
Pero que bonito, Dios mío, llorar por sentirse y saberse amado.
Alguien que cruza cielos e infiernos por ti, sin intereses, sin otro motivo que
besar mis lágrimas, alguien que le da igual la mugre que enjugue la piel,
miserable de tantos pecados y equivocaciones perpetradas.
Alguien que sólo
viene a oírte, a estar a mi lado, a decir aquí estoy, no sólo físicamente,
viene a que sienta que está.
Vivía en ese sueño, rodeado de vacío, lleno de
todo.
Cajones de cómodas apiladas, algunos ni si quiera abiertos jamás,
teniendo donde guardar, jamás ordene, teniendo donde acaparar, jamás cuidé el
orden, vistosa vida, desempeño imposible, cojeaba un cimiento sin cemento,
pilares de buen material, erosionados y desmesurado deterioro instantáneo.
Sin
motivo me topé, con la vana verdad. Sin estar preparado, pues andaba seguro de
tener, sin atesorar.
Seguro de estar sin ver más allá. Vivir por vivir, sin
vida.
Pasando los días sin horas. Cantando cuando estaba falto y triste.
Sobrando el vacío, llenaba de estridentes modales, y de perplejos actos, toda
la orilla que secaba el paso de un caminante de ida y vuelta y de vueltas a la
ida.
Jolgorio, distracciones, engaños de trilero, vivir en otras cosas menos y
siempre feliz.
Eso, eso no suma, me valían decimales, cuando a sabiendas que el
resultado de todo. está en la redondez de las cuentas, en cuadrar el inventario
de lo puesto con lo expuesto.
Andaba devaluando la moneda tangible del vivir.
Bancarrota en el horizonte de sumas infinitas e ilegales.
Bailes, (como dice la
canción), sin orquesta, con un aforo completo, pero sin haber pasado por
taquilla.
Bajé en ese sueño, subí de los infiernos, bajé de los cielos.
Y ese
devenir, hizo que perdiera zapatos, prendas y hasta sueños...
Muchos quisieron,
que parase el empeño de seguir el desvelo de mirar caminando. «quédate, no ves
que este movimiento de búsqueda, te va a dejar sin aliento?».
-¡Iluso! Vas
sólo, teniendo en la vereda lo justo.
(Contesté) algunas veces en esas noches
de lucidez temeraria, que si algo no está en el camino, por muy a la mano que
esté, no es el camino, si no un distraído y burlesco motivo, para taponar un
sangrado y no reparar heridas.
Torniquete necesario, de nudo complicado, pues a
ver si en el desespero de saberse desangrado, no escogemos el lado, donde
ejercer la presión...
Caretas tienes la vereda, el camino, certeza. Entre
verdad y vereda, no recortes el destino, pues es mejor andar caminos, que
distraerse en la sombra que cobija el ciprés malvado de la demencia.
Olvidar,
es su verbo favorito, la vereda pide a gritos que pares a reposar y como en el
cuento hizo la bruja, va a cebar, de sombras y regocijos, para que al no ver la
claridad, olvides de donde te trajeron tus pasos y olvidaras el lugar, incluso
de donde estabas.
Vereda es, disfraz de camino. Ten por cierto que es igual, un
tipo de calidad, con frondosa astucia, para que cuando vayas a reparar, de
donde el camino vino, ya no logres ordenar, tus pasos con tu destino.
En este
sueño que quiero contar, con palabras y buen hilo, la vida pasa en trágicomedia
de prisa, un cortometraje rápido, sin banda sonora y a todo color, pero con
luces y sombras.
Es más un decapitar, teniendo capacidad, pues con recursos me
sé de sobra, para desmontar lo incierto y poder ordenar, donde los pies están y
concluir al final, respirar y pensar, que como Luthier de sombras, mi títere al
final estará, compuesto y con su cabeza.
Viniste a besar mis lagrimas, a rozar
mi piel con el tacto de tu piel. Protagonista, tus manos.
-Aquí estoy. Clamaste
diciendo verdad.
Y lloré como animal, al saberse en libertad, sin el peso de
las rejas.
«sólo llora de alegría, quien libre se sabe y siente».
Gracias debo
darte a ti, que en mis sueños estás y te hiciste presente.
Gracias amor vivo, rescoldo que en llamas prendes, si la brisa de tu nombre traigo a mis noches y
avivo, la hoguera de tus latidos.
Noche de ser cumplido el destino.
Deme Dios
la valentía, de buscarte con la entrega, el valor y sabiduría, en empresa tan
maldita, que vivir cien años mas, en tus brazos muera en abrazo, (como la
singladura de un barco) al llorar de libertad.
@botadejerez
José Catalán Reyes.
Los sueños siempre, traen la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario