domingo, 27 de noviembre de 2016

EN LO QUE TARDA UN INSTANTE

EN LO QUE TARDA UN INSTANTE


DEJAD QUE MARQUE LA MARCHA, CUANDO JUSTO EMPIECE A SONAR, LEE, DESPACIO, CON SON, CON EL SON QUE TE MARQUE TU ALMA, DISFRUTA, VISUALIZA, SIENTE Y SI QUIERES, RETOMA, BÚSCATE EN LOS ADENTROS...
SEGURO QUE ENCUENTRAS ALGO. DISFRUTAD

Foto extraída de la web: http://www.latrabajadera.com/rincon_del_vestidor/dulcenombre-negro-2005/dulcenombre.htm

Extraido del vano recuerdo que dejan los años que, plagados de polvo, cristalizan sentimientos guardados para los "restos" en la patina bendita de la sonrisa que provoca en mi el sacarlos al lustre de los días...


En lo que tarda un instante quiero intentar comprobar todo lo que por los ojos me sale y me sabe al mirarte, madre del Dulce nombre.

Y te vendrás en plata blanca desde piedras calizas,
floreando de rosas blancas, nardos y clavellinas, un azulejo que se quedaría sin poder mirarte, por que la mirada de esa loza va prendida a un Santiago que aun duerme bajo el olivo de la fe que abriga.
Y Victoria alumbrara tu caminar, y Ponces y alamedas de Cristinas cristalinas te darán los buenos días.

En lo que tarda el instante de la marcha, en ese justo, preciso, candoroso y comprometedor instante te dije adiós, madre mía del Dulce nombre.

Se me quedo un no se que, que no me dejo seguirte con las fuerzas que me demandabas, y a tu lado camine...
Y bajaste por la de los arroyos, y te sorprendió una petalada de turbias aguas.
Y en ese instante que dura la marcha, te conté todo.

Apaciguo mi incertidumbre, la cercanía del cobijo de tu sencilla mirada, 
No te quería saber en la encrucijada de una vuelta llorosa.
Y te adivine, adelantando a los días las manillas del reloj del tiempo...

En un sobrecogedor abrazo del padre, 
En el estrago feliz que deja un saberte alegre, por que el que abraza ya avanzaba en luminosa tarde de resurrección., quise hacer cómplices de mi ferviente alegría a amigos hermanos , esos que no pare tu misma madre, pero que une la consanguinidad de la misma fe.

En lo que dura un instante, yo, hice días. Una madrugada enterita, esperando la Esperanza en el albor del mismo día y una tarde de plenitud de miradas hacia ti.

En lo que tarda un instante en irse, yo a día de hoy, recuerdo una ancha calle donde faltaban miradas buscando huecos entre tus varales...
Y se acababa el instante, pero duraba el momento.


Eres ese increíble martillazo que clava a golpes de fe mi fervor hacia ti, me quemas dentro, Madre mía en mi boca, que bien me sabe tu dulce nombre.
Y entramos por la puerta ojival dándonos sonrisas a mares, ya mi alegría era saberte ahí, bajo el artesonado, que sonaba ya a saberme cumplidor de promesas, hasta mañana te dije.


Jose Catalán Reyes, de lustre y plata, se vistió mi madrugada y mi domingo hace ya unos años...







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